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Descripción

La leyenda de Eyes Blue

En un mundo vibrante y lleno de vida, donde los cielos brillaban de un azul eterno, gobernaba un rey de mente cerrada, cuya palabra era ley y cuyas decisiones estaban talladas en piedra. En este mundo, cada criatura nacía con un propósito asignado, decidido exclusivamente por el rey según su raza. Pero Eyes Blue, el joven príncipe, veía las cosas de manera diferente. Con sus cuatro ojos llenos de empatía y una visión que desafiaba las tradiciones, soñaba con un reino donde cada ser pudiera elegir su propio destino.

Eyes Blue sabía que algún día heredaría el trono, pero no podía aceptar continuar con las mismas reglas rígidas que dividían al mundo. Cuando compartió sus ideas con su padre, el rey lo rechazó tajantemente. “Cambiar el propósito de las criaturas es imposible, hijo. Siempre ha sido así, y siempre será. Nuestro mundo no necesita cambios, necesita orden”, le dijo con severidad.

El joven príncipe, frustrado pero decidido, vagaba en silencio por los senderos del reino, buscando una forma de transformar esa realidad. Una noche, bajo el cielo iluminado por mil estrellas, Eyes Blue se sentó en una colina, sintiéndose atrapado. Fue entonces cuando apareció una figura que parecía salida de un sueño: una silueta violeta, con ojos blancos que irradiaban sabiduría. Era Doki, el Espíritu de la Motivación.

Doki se acercó con calma, su presencia cálida como un abrazo en la oscuridad. “¿Qué te detiene, joven soñador?”, preguntó con una voz suave pero firme.

Eyes Blue, sorprendido, le confesó su conflicto: su deseo de cambiar el reino, su enfrentamiento con su padre, y su frustración por no saber cómo lograrlo sin imponer su voluntad, como lo hacía el rey.

Doki escuchó atentamente y, tras un momento de reflexión, dijo: “En otros mundos, los líderes no imponen su voluntad. En cambio, son elegidos por aquellos a quienes lideran. Este proceso se llama democracia. Es un sistema en el que cada voz cuenta, donde las decisiones no se toman por herencia o poder, sino por el deseo colectivo de un pueblo.”

Eyes Blue frunció el ceño, intrigado pero también lleno de dudas. “¿Y qué garantiza que el pueblo sabrá tomar la mejor decisión? ¿Y si nadie me apoya?”, preguntó.

Doki sonrió con paciencia. “La democracia no garantiza perfección, pero sí equidad. Permite que cada ser tenga la oportunidad de ser escuchado. Y sobre tus dudas… solo lidera con sinceridad y esperanza. Si tus ideas son verdaderamente para el bien común, el pueblo lo verá. Confía en ellos, así como deseas que confíen en ti.”

Inspirado por estas palabras, Eyes Blue se levantó con una determinación renovada. Regresó al reino y reunió a las criaturas, explicándoles su visión de un mundo donde cada uno pudiera elegir su propósito y donde el líder fuera elegido por todos. Al principio, muchos lo miraron con escepticismo, pero poco a poco su sinceridad y su pasión encendieron una chispa de esperanza en el corazón de las criaturas.

El desafío final fue convencer al rey. Eyes Blue le propuso un trato: que se celebrara una votación, y si la mayoría apoyaba su visión, el trono sería suyo. El rey, seguro de que nadie desafiaría las tradiciones, aceptó.

El día de la votación llegó, y todo el reino se reunió para emitir su decisión. Cuando se contó el último voto, el resultado fue contundente: el 99% de las criaturas eligió a Eyes Blue, incluido el voto de su madre, que siempre había apoyado las tradiciones pero que veía en su hijo un nuevo futuro. El único voto en contra fue el del rey.

Con la votación concluida, el rey, aunque derrotado, llamó a su hijo y le dijo: “Siempre creí que las tradiciones eran lo único que mantenía unido a nuestro mundo. Pero veo ahora que la verdadera fuerza está en la voluntad del pueblo. Aunque nunca entendí tus ideas, debo aceptar lo que todos han decidido. El trono es tuyo, Eyes Blue.”

El joven príncipe asumió el trono, convirtiéndose en el primer líder elegido democráticamente en la historia de su mundo. Y aunque su camino apenas comenzaba, sabía que, gracias a Doki, había sembrado la semilla de un futuro donde cada criatura pudiera ser libre para decidir su propio destino.